Historia de un despertar.

Bienvenidos a mi humilde grano de arena.

viernes, 24 de febrero de 2012

13º) Todo llega.

Tracé calle por calle en aquel folio y añadí todos los atajos que me conocía, posibles rutas de escape y nombres de tiendas que recordaba. Lo hice lo mejor que pude, más o menos escalado y con la mayor limpieza posible. Al final quedó bastante bien, después de todo tampoco era tan difícil, solo tenia que colocar los limites en el extremo de la hoja y continuar hacia el centro. Cuando acabé fui marcando con un color verde las zonas que estaban ''limpias'', amarillo las zonas ''dudosas'' y en rojo lo no explorado o zonas ''inseguras''. Tras esto lo enrollé y lo deje en un extremo del escritorio. Fui a la cocina y me prepare algo de comer, estaba exhausto, parecía que llevaba siglos sin comer, cogí un poco de pollo que cogí de casa del vecino, lo hice a la plancha. Me recordó a mi padre, donde estaría en este momento, que habría hecho, porque no estaba en casa. Le empezaba a echar de menos. Tampoco quería buscarle, al menos así tenia la esperanza de que podía estar vivo, o al menos no haberse convertido en un zombi. Lo mejor sería dejarlo como estaba. ''todo llega'', me decía el, ''paciencia David''. Acabé de comer y me fui al sofá. Desperté a no se que hora, era de noche, no tenia sueño, todo estaba oscuro, curiosamente la luz de la calle aun funcionaba, eso quería decir que aun había electricidad. Todo era una buena señal en ese estado.
-Esto es un asco.-dije en voz baja.- Siempre he pensado como sería y ahora, je, no es tan genial como la gente creía.
Yo era esa gente. Se supone que estaba en mi elemento, pero mi elemento incluía a cierta gente viva, la cual, como es obvio, ahora no estaba, y si estaba, aun no les había encontrado. Cogí la mochila, fui a mi cuarto, metí mi linterna en un bolsillo, cogí la cazadora, me calcé las botas y me fui a la calle, provisto de un par de pistolas, el rifle y la katana. Bajé rápidamente los cinco pisos, pero cuando ya estaba en la puerta decidí bajar al garaje. Recorrí las escaleras que bajaban al, siempre oscuro, cuarto de contadores. Abrí la puerta del garaje y encendí la luz. Suerte que era de noche, si hubiera sido de día no tendría mas luz que la de mi linterna, y estaba pensando en cambiarla en breve. Solo eché un vistazo a los coches, el mio estaba descartado. Era un buen coche, pero sin batería. No me decidí por ninguno pero al menos tenia la certeza de que estaban allí. Subí de nuevo al portal en vez de salir por la puerta del garaje, para evitarme sustos. La puerta del garaje era demasiado lenta y no me apetecía esperar a verla cerrada. Abrí la puerta a la calle y salí en dirección al acueducto.

jueves, 23 de febrero de 2012

12º) De perdidos al río

Sonó un sonido bastante curioso, como cuando coges los espaguetis con tomate de la cazuela, ese sonido me encantaba, pero eso no era lo que contaba, lo importante era que las armas con perdigones funcionaban contra ellos, pero aun me sentía inseguro contra grandes masas de zombis, así que busque una funda, guarde todo lo que pude en la mochila y me dispuse a salir. La ventana no era una buena opción así que decidí salir por la puerta principal, enfilé el pasillo y me dirigí allí.
-Mierda puta -dije entornando los ojos.
Una alarma se interponía entre la calle y yo. Que hacer, oh cruel destino... O me enfrento a los zombis del patio, o activo la alarma y trato de escapar. Mire a los lados, y en uno de mis alardes de ingenio se me ocurrió pegar martillazos a la pared hasta abrir un agujero y tratar de salir por un portal contiguo. ¿Ingenio dije? Ingenuo, corrijo, esto hizo saltar la alarma. ''De perdidos al río'', pensé y decidí seguir golpeando la pared hasta abrir un agujero por el que pasar. Tras una hora y media conseguí salir de aquella tienda infernal, pero la alarma seguía pitando. Asomé mi cabeza por el portal, mire a ambos lados, uno de esos cabrones ya me estaba viendo y salió en mi dirección al momento. Corrí, corrí todo lo que pude, mi condición física no era la optima para esprintar, pero prefería que me dolieran las piernas a morir porque un engendro antropófago me comiera. Bueno, quien dice uno dice ocho, nueve o diez que ya me perseguían, eso no me importaba. Cuando por fin llegué a mi calle pensé que ahora tenia armas, así que, maldita sea, había arriesgado mi vida para algo. Mientras seguía corriendo calle abajo giré mi mochila, agarré dos pistolas y me di la vuelta. Tanto videojuego había servido para algo, uno, dos, tres, cuatro, cinco... Había gastado lo menos tres perdigones por cadaver pero, que narices, no les conseguí para guardarles, ademas, me estaba planteando el ir a comisaria a por ''recursos''. Abrí el portal, entré en el ascensor y cuando me dispuse a apretar el botón pensé que sería mejor por las escaleras, puesto que si había algún corte en la luz, y no tardaría en haberlo, no iba a ser grato quedarme encerrado entre dos pisos. Subí lo mas rápido que pude pistola en mano. Cuando llegué a mi piso pasé por casa de mi vecino, abrí la puerta por el agujero que ya dejé hecho, me dirigí a la cocina, y agarre todo lo que pude de la nevera, lo llevé a casa y cerré toda entrada posible. Encendí el flexo del salón, cogí un Din-A3 y comencé a dibujar un mapa aproximado del barrio. Mi próximo objetivo, conseguir un vehículo para dirigirme a la comisaria.

lunes, 28 de marzo de 2011

11º) Rodeado

-¡JODER!-Grité al ver horrorizado un enorme zombi.
Al girar de nuevo la esquina me fijé en que una señora mayor tenia brazos en la espalda, como si fueran tentáculos. Barajé la posibilidad de que estuvieran mutando, el cabrón que acababa de ver media lo menos tres metros y tenia grandes brazos y piernas. Pensé que tenia que dejar mi miedo a un lado, puesto que no me ayudaría si quería sobrevivir, y que aunque el cementerio estuviera lleno de valientes, era uno de esos casos en los que sabes perfectamente que es un miedo irracional. El zombi era muy grande, pero a la vez muy lento y frágil, con el desarrollo del día se iban volviendo mas blandos poco a poco y con una katana se hacían maravillas, y mas con un Ninjato que es mucho mas ligero y corta mejor. Lo sujeté con una mano y alarmé al zombi para que viniera en mi dirección, volví a abrir la puerta y me abalance bajo sus piernas haciendo un corte completo en una de ellas. El gigante perdió el equilibrio y calló emitiendo un grito ensordecedor, que fue contestado por numerosos gritos de otros zombis y un ruido infernal de sus pasos al correr. Corté la cabeza del enorme engendro y salí corriendo hacia el interior de la vacía urbanización. Esto se iba a llenar de zombis y tenia que estar armado para cuando sucediera. Encontré la ventana trasera de la tienda, la rompí con el mango del Ninjato, lo guarde en mi espalda y quité los restos de cristal de alrededor. Entré y bajé de un salto a la tienda desde la ventana, que estaba elevada como dos metros. Normalmente tengo vértigo pero en ese momento no tenia tiempo ni de pensármelo. Desenfundé rápidamente el cuchillo y entré en la sección de armas. Encontré unos cuantos rifles, un par de escopetas y varias pistolas, todas de perdigones, no era mucho, pero era algo. Cogí una pistola, la cargué al máximo y guarde varios cargadores llenos en los bolsillos por si acaso. Empecé a patrullar por toda la tienda, una vez la había visto entera, encontré un almacén donde había muchas mas cosas, pero no entré por seguridad de momento y lo bloqueé atravesando una lampara en el pomo. Me dirigí a la ventana por donde había entrado y coloqué una escalera, agarré un rifle y busqué una mirilla. En el escaparate encontré una bastante buena y la coloqué. Cargue el rifle con un perdigón y dejé unos cuantos en la repisa de la ventana. Apunté a uno de los zombis con cuidado, solté todo el aire y disparé.

jueves, 24 de marzo de 2011

10º) Divide y vencerás.

Según llegué al portal y bajé las escaleras que daban a la calle de mi urbanización encontré mi primera victima. Era una mujer mayor, no pude determinar la edad porque su cara estaba medio destrozada, no tenia nariz y la faltaba un ojo y media oreja. Saqué la katana y me dirigí con ella en una mano hacia mi victima, cuando me vio salió corriendo en mi dirección. Me sentía muy seguro de mi mismo cuando llegó casi a mi posición planté el pie izquierdo firmemente en el suelo y apoyé el pie derecho un paso tras él. Cogí la katana con las dos manos y asesté un tajo ascendente en diagonal limpio. Es increíble como cortan esos cacharros. Por la inercia de su carrera el cuerpo se dividió en dos partes y siguió en mi dirección pasándome casi al lado. Las piernas simplemente se desplomaron. El cuerpo quedo dividido en dos partes dejando a un lado un brazo, medio torso y la cabeza y por otro lado las piernas y otra parte del torso con su correspondiente brazo.
-Divide y vencerás.-pensé mientras sonreía.
Las cosas empezaban a clarecerse, me empezaba a gustar vivir en una sociedad donde, al menos en mi ciudad, habitan nuevos seres que, aunque hambrientos de carne humana, era completamente legal matarlos, o al menos, nadie ha objetado. Subí la cuesta de mi casa corriendo, tenia mas sed de sangre. Cuando llegué arriba mi sorpresa fue muy agradable al ver que las calles empezaban a llenarse. Guardé la katana y saqué el Ninjato de mi espalda. Los Ninjatos son mucho mas manejables y ligeros, así que en multitud me daban ventaja. Eche a andar por el puente que hay en mi barrio en dirección a una tienda de armas de caza. Por el camino encontré a un chico joven al que le corté la cabeza, a una señora mayor que corté en dos a la mitad exacta de un tajo ascendente. Cuando ya estaba llegando al final del puente un niño pequeño empezó a correr en mi dirección, cuando llegó a mi lo tumbé de una patada puesto que me llegaba a la cintura. Pise su cabeza levemente para agarrarlo por los tobillos. Lo agarré firmemente y lo estampé contra un poste en el que pone el nombre del río que pasa por debajo del puente, contra la barandilla del puente y contra una casa abandonada que hay justo al lado. Empezaba a darme miedo yo mismo, lo peor era que me gustaba, así que seguí mi camino. Crucé dos pasos de cebra y me situé justo al lado de la tienda. Por desgracia, estaba cerrada. Recordé que justo tras la tienda había un patio de una comunidad, así que seguí recto y torcí en la primera esquina a la derecha y continué bajando. Me encontré con un anciano al que clavé la espada justo en la frente y con una chica adolescente a la que corté la cabeza. Al fin llegué a la entrada de la urbanización. Agarré el Ninjato, abrí la puerta de una patada y me dispuse a entrar.

miércoles, 23 de marzo de 2011

9º) Cabezas rodantes.

Ahora.-me dijo firmemente.
No me lo pensé dos veces, acabe de sacar el cuchillo y se lo estampé en la frente. Lo ultimo que oí de el fue un suspiro. Es curioso el color que tiene la sangre. La gente la pinta roja clara pero realmente, su color era precioso, era un granate oscuro. Antes de sacar el cuchillo lo observé un rato. Una gota de sangre se deslizó por la hoja del cuchillo y resbaló por el mango hasta caer en su camiseta. Saqué el cuchillo y un chorro de sangre mas grueso empezó a brotar de su frente. Sequé el cuchillo con su camiseta y me dirigí de nuevo a la puerta. Antes de llegar entré en su cuarto. Estaba lleno de carteles de Combichrist, Slipknot y Cruachan entre otros. Sus paredes eran negras y no tenia ventanas puesto que su pared daba a mi pasillo. Al fondo, de frente a la puerta había una estantería de metal, parecía la típica de los laboratorios. Se me iluminaron los ojos al ver la katana que tenia colocada en la estantería. Junto a ella había un Ninjato (tipo de espada ninja) y un Wakizashi (katana pequeña de unos 30-60cm de filo). Las cogí según estaban en el estante y rápidamente las llevé a mi casa. Pesaba bastante puesto que llevaban una sujeción de adorno para colocarlas, suerte que mi casa era la puerta contigua a esta. Cuando salí del D cerré la puerta directamente y abrí rápidamente la de mi casa. Cerré la puerta con todos los pestillos para no tener más sustos y me dirigí casi corriendo a la cocina. Estaba emocionado con mi nueva adquicisión. Nada más llegar a la cocina la dejé sobre la vitrocerámica y saqué la katana. Era preciosa. Tenia el mango blanco con una cuerda blanca que pasaba por toda su saya (funda), después el Ninjato, que estaba ligeramente curvado, eso era raro puesto que los Ninjatos suelen ser rectos. El Wakizashi era igual que la katana pero algo mas pequeña, parecía hecha a escala. Al guardar el Ninjato me corté. Esto me alegró por una parte, puesto que estaba afilado, por la otra pensé un improperio refiriéndome a los difuntos de la katana. Lo primero me até la cuerda de la katana en lugar del cinturón. Parecía hecha a mi medida, no me molestaba al andar y no llegaba a tocar el suelo. El Ninjato me lo coloqué en la espalda y el Wakizashi lo guardé en una pequeña funda que estaba al lado de la saya de la katana. Hice un corte con unas tijeras en mi abrigo para sacar el mango del Ninjato por la espalda, cogí las llaves y me dirigí escaleras abajo. Quería estrenar rápido mis nuevas armas.

8º) Haciendo amigos.

Pasaron un par de segundos y se oyeron los cerrojos de la puerta y me abrió al fin. Parecía que ya había tenido contacto con zombis, lo deduje por la cabeza con la que me tropecé al entrar en su casa y por las manchas de sangre en la pared. Por todo lo demás, parecía que estaba limpio, de mordeduras quiero decir.
-¿Quieres tomar algo?-me dijo nada mas entrar.-
-No gracias, estoy bien.
-Dime, ¿como te trae por aquí? Quiero decir, ¿que intentabas al abrir a golpes mi puerta?
-Lo siento,-me disculpé.- solo intento limpiar el edificio de zombis.
-¿Zombis?-pregunto extrañado.- ¿Osea que esas cosas en las que mis padres se han convertido son zombis?
-Si no lo son eso parecen ser. Se contagian por mordedura. El origen de la enfermedad aun lo desconozco y creo que seguiré sin conocerlo puesto que estoy sin internet.
-Entiendo...-dijo cada vez mas nervioso.- Bueno pues habrá que sobrevivir... jeje
Su aspecto empezaba a preocuparme, él era mayor de edad y tenia pinta de ser gótico o algo por el estilo. Yo lo conocía desde pequeño y nunca había hablado mucho con él.
-¿Te ocurre algo?-pregunté.- Te noto muy extraño...
-Tío creo que tengo noticias para ti... -agachó la cabeza mientras lo decía.- Mi padre me mordió antes de matarlo.
Empecé a sentir un calor por todo el cuerpo, esa sensación de nerviosismo que sientes cuando vas a pelearte. Agarré el cuchillo de cortar hueso con mi mano derecha.
-Y dime, ¿que quieres?.-le pregunté fríamente.- ¿Te mato ahora o cuando seas uno de esos cabrones?
Se quedó pensativo, se que no era una respuesta fácil y que quizá lo había preguntado muy bruscamente, pero en estos casos solo se me ocurre actuar de manera fría y sin pensar demasiado tiempo, puesto que me puede costar la vida llevarlo por mucho tiempo.

lunes, 21 de marzo de 2011

7º) Supervivencia básica.

Empecé por vaciar mi armario de ropa, lo coloqué en el armario marrón oscuro empotrado que tenia justo al lado de la puerta de la terraza y coloqué ahí todo lo que había conseguido. Ahora no sabia si limpiar el edificio primero o ir al supermercado. Me decanté por lo primero, para así tenerlo mas fácil a la hora de subir la comida. Empecé a elegir que llevaría. Por supuesto, necesitaba cuchillos, un par de hachas por si acaso, los alicates y ropa resistente. Me puse unos pantalones de esquiar y una chaqueta resistente, debajo me puse una camiseta normal y unas hombreras. Me calcé las botas, cogí la mochila, guarde los cuchillos y empuñé un hacha. Salí a la puerta de mi casa y cerré todo lo fuerte que pude la puerta, para hacer ruido. Abajo oí unos gruñidos y empecé a escuchar como alguien subía. Golpeé los azulejos un poco para que se diera prisa, debía de estar en el primer piso. Se le escuchaba correr. Lo que no entendía era como había entrado. Quizá ya estuviera aquí, en el garage, cosa que me preocupaba, ya que si el había logrado llegar puede que mas de uno lo hiciera. Al fin lo visualicé, era gordo, muy gordo, rezumaba sangre granate, casi negra, ese color me encanta. Su peste se olía desde lejos, llevaba perilla. Supuse que seria algún vecino del primero o del segundo ya que creo que jamas los he visto a todos. Se quedó un buen rato parado mirándome como si fuera un toro. Al fin se dispuso a subir. En vez de darle con el hacha, saqué el cuchillo de cortar hueso y lo preparé en una mano. Empezó a correr escaleras arriba. Cuando ya había llegado a mi, un acto reflejo me hizo darle una patada en la cara, emitió un gruñido que sonaba un tanto nasal y calló de espaldas escaleras abajo. Quedo inmóvil en el suelo puesto que se había golpeado con el rodapié de la escalera, que era muy afilado ya que estaba hecho con un azulejo. Aun así, bajé a asegurarme, ya que, en una de las películas que había visto, una de las principales normas de supervivencia era asegurarse de que estaba realmente muerto, así que bajé rápidamente y le golpeé en la frente con el hacha.
-Que peste... -dije tapándome la nariz.
Coloqué el cadáver en el hueco de las ventanas de mi portal y subí de nuevo al piso de arriba. Me senté en la escalera a analizar mis posibilidades. Tenia tres casas por registrar, el piso D, el A y el B. En el A vivía un señor mayor, fue basurero antes de jubilarse y tenia bastante dinero ahorrado, en el B una pareja de jóvenes y en el D, una familia y su hijo, mayor de 20. Lo eché a suertes y salió el D, así que me levanté y agarre fuertemente el hacha. Empecé a golpear la puerta con fuerza hasta haber hecho un gran agujero. Tarde casi media hora ya que la puerta era blindada. Tenia que encontrar algo mejor para entrar en las casas, si no, iba a perder mucho tiempo en abrirlas. Asomé un ojo por el agujero. Estaba todo muy oscuro, y cuando fui a meter la mano, un brazo salió por el hueco. Me asusté demasiado y golpee el brazo con la culata del hacha, entonces oí una voz llorosa.
-¡PARA, PARA!, -decía la voz.- ¡Me vas a partir el brazo! Te abriré, pero estate quieto.