Historia de un despertar.

Bienvenidos a mi humilde grano de arena.

jueves, 24 de marzo de 2011

10º) Divide y vencerás.

Según llegué al portal y bajé las escaleras que daban a la calle de mi urbanización encontré mi primera victima. Era una mujer mayor, no pude determinar la edad porque su cara estaba medio destrozada, no tenia nariz y la faltaba un ojo y media oreja. Saqué la katana y me dirigí con ella en una mano hacia mi victima, cuando me vio salió corriendo en mi dirección. Me sentía muy seguro de mi mismo cuando llegó casi a mi posición planté el pie izquierdo firmemente en el suelo y apoyé el pie derecho un paso tras él. Cogí la katana con las dos manos y asesté un tajo ascendente en diagonal limpio. Es increíble como cortan esos cacharros. Por la inercia de su carrera el cuerpo se dividió en dos partes y siguió en mi dirección pasándome casi al lado. Las piernas simplemente se desplomaron. El cuerpo quedo dividido en dos partes dejando a un lado un brazo, medio torso y la cabeza y por otro lado las piernas y otra parte del torso con su correspondiente brazo.
-Divide y vencerás.-pensé mientras sonreía.
Las cosas empezaban a clarecerse, me empezaba a gustar vivir en una sociedad donde, al menos en mi ciudad, habitan nuevos seres que, aunque hambrientos de carne humana, era completamente legal matarlos, o al menos, nadie ha objetado. Subí la cuesta de mi casa corriendo, tenia mas sed de sangre. Cuando llegué arriba mi sorpresa fue muy agradable al ver que las calles empezaban a llenarse. Guardé la katana y saqué el Ninjato de mi espalda. Los Ninjatos son mucho mas manejables y ligeros, así que en multitud me daban ventaja. Eche a andar por el puente que hay en mi barrio en dirección a una tienda de armas de caza. Por el camino encontré a un chico joven al que le corté la cabeza, a una señora mayor que corté en dos a la mitad exacta de un tajo ascendente. Cuando ya estaba llegando al final del puente un niño pequeño empezó a correr en mi dirección, cuando llegó a mi lo tumbé de una patada puesto que me llegaba a la cintura. Pise su cabeza levemente para agarrarlo por los tobillos. Lo agarré firmemente y lo estampé contra un poste en el que pone el nombre del río que pasa por debajo del puente, contra la barandilla del puente y contra una casa abandonada que hay justo al lado. Empezaba a darme miedo yo mismo, lo peor era que me gustaba, así que seguí mi camino. Crucé dos pasos de cebra y me situé justo al lado de la tienda. Por desgracia, estaba cerrada. Recordé que justo tras la tienda había un patio de una comunidad, así que seguí recto y torcí en la primera esquina a la derecha y continué bajando. Me encontré con un anciano al que clavé la espada justo en la frente y con una chica adolescente a la que corté la cabeza. Al fin llegué a la entrada de la urbanización. Agarré el Ninjato, abrí la puerta de una patada y me dispuse a entrar.

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