Historia de un despertar.

Bienvenidos a mi humilde grano de arena.

miércoles, 23 de marzo de 2011

9º) Cabezas rodantes.

Ahora.-me dijo firmemente.
No me lo pensé dos veces, acabe de sacar el cuchillo y se lo estampé en la frente. Lo ultimo que oí de el fue un suspiro. Es curioso el color que tiene la sangre. La gente la pinta roja clara pero realmente, su color era precioso, era un granate oscuro. Antes de sacar el cuchillo lo observé un rato. Una gota de sangre se deslizó por la hoja del cuchillo y resbaló por el mango hasta caer en su camiseta. Saqué el cuchillo y un chorro de sangre mas grueso empezó a brotar de su frente. Sequé el cuchillo con su camiseta y me dirigí de nuevo a la puerta. Antes de llegar entré en su cuarto. Estaba lleno de carteles de Combichrist, Slipknot y Cruachan entre otros. Sus paredes eran negras y no tenia ventanas puesto que su pared daba a mi pasillo. Al fondo, de frente a la puerta había una estantería de metal, parecía la típica de los laboratorios. Se me iluminaron los ojos al ver la katana que tenia colocada en la estantería. Junto a ella había un Ninjato (tipo de espada ninja) y un Wakizashi (katana pequeña de unos 30-60cm de filo). Las cogí según estaban en el estante y rápidamente las llevé a mi casa. Pesaba bastante puesto que llevaban una sujeción de adorno para colocarlas, suerte que mi casa era la puerta contigua a esta. Cuando salí del D cerré la puerta directamente y abrí rápidamente la de mi casa. Cerré la puerta con todos los pestillos para no tener más sustos y me dirigí casi corriendo a la cocina. Estaba emocionado con mi nueva adquicisión. Nada más llegar a la cocina la dejé sobre la vitrocerámica y saqué la katana. Era preciosa. Tenia el mango blanco con una cuerda blanca que pasaba por toda su saya (funda), después el Ninjato, que estaba ligeramente curvado, eso era raro puesto que los Ninjatos suelen ser rectos. El Wakizashi era igual que la katana pero algo mas pequeña, parecía hecha a escala. Al guardar el Ninjato me corté. Esto me alegró por una parte, puesto que estaba afilado, por la otra pensé un improperio refiriéndome a los difuntos de la katana. Lo primero me até la cuerda de la katana en lugar del cinturón. Parecía hecha a mi medida, no me molestaba al andar y no llegaba a tocar el suelo. El Ninjato me lo coloqué en la espalda y el Wakizashi lo guardé en una pequeña funda que estaba al lado de la saya de la katana. Hice un corte con unas tijeras en mi abrigo para sacar el mango del Ninjato por la espalda, cogí las llaves y me dirigí escaleras abajo. Quería estrenar rápido mis nuevas armas.

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