Historia de un despertar.

Bienvenidos a mi humilde grano de arena.

lunes, 21 de marzo de 2011

7º) Supervivencia básica.

Empecé por vaciar mi armario de ropa, lo coloqué en el armario marrón oscuro empotrado que tenia justo al lado de la puerta de la terraza y coloqué ahí todo lo que había conseguido. Ahora no sabia si limpiar el edificio primero o ir al supermercado. Me decanté por lo primero, para así tenerlo mas fácil a la hora de subir la comida. Empecé a elegir que llevaría. Por supuesto, necesitaba cuchillos, un par de hachas por si acaso, los alicates y ropa resistente. Me puse unos pantalones de esquiar y una chaqueta resistente, debajo me puse una camiseta normal y unas hombreras. Me calcé las botas, cogí la mochila, guarde los cuchillos y empuñé un hacha. Salí a la puerta de mi casa y cerré todo lo fuerte que pude la puerta, para hacer ruido. Abajo oí unos gruñidos y empecé a escuchar como alguien subía. Golpeé los azulejos un poco para que se diera prisa, debía de estar en el primer piso. Se le escuchaba correr. Lo que no entendía era como había entrado. Quizá ya estuviera aquí, en el garage, cosa que me preocupaba, ya que si el había logrado llegar puede que mas de uno lo hiciera. Al fin lo visualicé, era gordo, muy gordo, rezumaba sangre granate, casi negra, ese color me encanta. Su peste se olía desde lejos, llevaba perilla. Supuse que seria algún vecino del primero o del segundo ya que creo que jamas los he visto a todos. Se quedó un buen rato parado mirándome como si fuera un toro. Al fin se dispuso a subir. En vez de darle con el hacha, saqué el cuchillo de cortar hueso y lo preparé en una mano. Empezó a correr escaleras arriba. Cuando ya había llegado a mi, un acto reflejo me hizo darle una patada en la cara, emitió un gruñido que sonaba un tanto nasal y calló de espaldas escaleras abajo. Quedo inmóvil en el suelo puesto que se había golpeado con el rodapié de la escalera, que era muy afilado ya que estaba hecho con un azulejo. Aun así, bajé a asegurarme, ya que, en una de las películas que había visto, una de las principales normas de supervivencia era asegurarse de que estaba realmente muerto, así que bajé rápidamente y le golpeé en la frente con el hacha.
-Que peste... -dije tapándome la nariz.
Coloqué el cadáver en el hueco de las ventanas de mi portal y subí de nuevo al piso de arriba. Me senté en la escalera a analizar mis posibilidades. Tenia tres casas por registrar, el piso D, el A y el B. En el A vivía un señor mayor, fue basurero antes de jubilarse y tenia bastante dinero ahorrado, en el B una pareja de jóvenes y en el D, una familia y su hijo, mayor de 20. Lo eché a suertes y salió el D, así que me levanté y agarre fuertemente el hacha. Empecé a golpear la puerta con fuerza hasta haber hecho un gran agujero. Tarde casi media hora ya que la puerta era blindada. Tenia que encontrar algo mejor para entrar en las casas, si no, iba a perder mucho tiempo en abrirlas. Asomé un ojo por el agujero. Estaba todo muy oscuro, y cuando fui a meter la mano, un brazo salió por el hueco. Me asusté demasiado y golpee el brazo con la culata del hacha, entonces oí una voz llorosa.
-¡PARA, PARA!, -decía la voz.- ¡Me vas a partir el brazo! Te abriré, pero estate quieto.

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