Historia de un despertar.

Bienvenidos a mi humilde grano de arena.

lunes, 14 de marzo de 2011

1º) De la monotonía a la descomposición.

Y ahí estaba yo de nuevo... Apurando los últimos segundos en la cama, esperando a que suene mi despertador, otro día mas, en esta pequeña ciudad... Cuanto mas aguantaré en este lugar. Ojala lo supiera. Al fin suena la alarma, me pongo en pie y me dispongo a ducharme. Puse mi móvil con mi música, entre en la ducha y pase dentro 5 o 6 minutos. Cuando salí me fui a desayunar... Era extraño, no se oía ni un solo coche afuera.
-En fin, son las 7 de la mañana.- pensé.
Acabe de desayunar, fregué y cogí mi mochila, cartera y llaves para ir a la parada del bus. El día era extraño, el cielo tenia un color rojizo y no había un solo alma por la calle. Andé hasta la parada del autobús y esperé sentado un buen rato... Era raro, nadie apareció... Tras esperar 1 hora el bus no vino así que tome el camino hacia el instituto andando... tres largos kilómetros andando cuesta arriba. El físico nunca había sido mi punto fuerte, pero andar no me molestaba, lo que me molestaba era ir solo. Odio el silencio, se me hace aburrido andar sin conversación, así que tome mis cascos y me puse la música a todo volumen. Llegue por fin al instituto, no me había cruzado con nadie, así que me aseguré de que era un día laboral y no un festivo. Tras comprobarlo en mi reloj, móvil y mirarlo en el cartel luminoso de una farmacia, emprendí mi camino de vuelta a casa. Bajé un buen trozo del camino hasta encontrar a la primera persona. Parecía una anciana y andaba con la cabeza agachada y doblada hacia delante. Me reí para mi mismo, parecía drogada. A lo lejos vi a un chico joven, de mi edad más o menos, parecía desorientado, miraba hacia arriba, así que me acerqué a el por la espalda y le pregunté que pasaba... Y entonces ocurrió, nada mas abrir la boca el joven dio un grito que retumbó en mis oídos, giró la cabeza, sus ojos eran blancos e inyectados en sangre. Siempre había soñado con algo como esto, pero nunca pensé que me pillaría desprovisto. Me equivocaba, le tiré mi mochila a la cara y corrí arrollándolo a mi paso, cosa fácil puesto que no era mas grande que yo y mucho menos más pesado. No soy muy veloz, pero en cuanto a cargar se me da bastante bien. Así que corrí dejando atrás al chico y al fin llegué a mi casa. Fui directo a la cocina y cogí el bate que le regalaron a mi padre como regalo de bodas, lo cogí y lo empuñe lo mas fuerte que pude, entré en la habitación de mi padre dispuesto a todo aunque nervioso por lo que pudiera pasar. Abrí la puerta, estaba oscuro ya que la persiana aun estaba bajada, encendí la luz, y vi que no había nadie. Cerré la puerta del cuarto y me dirigí a mi habitación, justo antes de entrar oí algo en el salón, como el ruido de la puerta al cerrarse, así que agarre de nuevo el bate y me dirigí sigilosamente allí.

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